Armé un viaje titulado
“Descubriendo América 500 años Después”, con la venia del Rey
Juan Carlos de España, Unesco, el Convenio Andrés Bello, La
Presidencia de la República de Colombia, La Universidad Nacional de
Colombia, La Electrificadora de Boyacá, Panasonic y Good Year.
Toyota Venezuela me donó un Landcruiser Extra largo. Con Colciencias
firmé un convenio titulado “Identidad Futura” en el cual me
comprometí a constatar a lo largo de mi viaje si estos megaproyectos
ecológicos encontrados en el camino, realmente atienden a su
anunciado objetivo o por lo contrario nada más alimentan al
paternalismo burocrático. Me acompañaron mis dos últimos hijos,
Kira y Marvan, uno convertido en secretario y el otro en tesorero.
Zamara, la perra pastor alemán siempre supo con su presencia
infundir el respeto necesario. Para mis hijos esto fue una
experiencia que les marcó la vida y yo no tengo más que
agradecimiento con ellos, en cuánto eran mis guardianes,
sacrificando muchos privilegios, más que nada aquel del estudio, que
lo cumplieron, pero de forma muy elemental, porque nunca tuve los
medios necesarios para darles lo realmente merecido.
Creí dos años, pero me
parece después de más de 20, que el viaje aún no ha terminado.
Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Uruguay,
Bolivia y nuevamente Argentina y siempre Argentina y ahora Colombia
nuevamente. Para dar respuesta al convenio con Colciencias escribí
mi librito de cabecera “Pequeña Guía Ecológica para la Familia”
para finiquitar con la Ecología de Ultranza que no por eso no fue
muy necesaria. Pero siempre hay que saber dar un paso más y yo
quise abarcar toda la problemática, búsqueda espiritual incluida.
Argentina se convirtió
en nuestro hogar por más de 20 años, conociendo pueblo por pueblo
hasta los confines del planeta, Tierra del Fuego. Fin y comienzo a la
vez. Siempre llevando conmigo mi libro con el cual pude sembrar el
concepto de “Lo Natural” en las Escuelas, de los lugares más
recónditos de este enorme país.
Es herético enseñar la
verdad, sin ambages, sin tapujos pero con bondad y tolerancia. Los
reconocimientos oficiales muestran que hubo aprobación por todos y
confirmaron que yo no estaba improvisando. Velar por una identidad
colectiva a base del reconocimiento de lo “natural” que no conoce
de denuncias, de venganzas, de exclusiones, de especializaciones y de
privilegios, solo demuestra amor hacia todas las direcciones. ¿Qué
mejor maestra que la naturaleza? Ella nos da la pauta de innovación
certera, ella señala el principio que nada más necesita ser
reconocido, más allá de alimento, vestimenta, techo y lugar!
Y ahora, en Colombia de
nuevo, ya con 7 nietos y tres bisnietos, me veo con la necesidad de
seguir más allá del 21 de Diciembre, porque desde el 22 necesitamos
potenciar las causas para generar estos efectos que superan la
incertidumbre, el ansia y la agonía porque nos habremos conocido de
forma mancomunada, supimos señalar camino y horizonte, dejamos de
constatar y empezamos a solucionar. Empezaremos a decir SI y dejamos
el NO en el rincón del olvido. Estaré con todos, describiendo
semana por semana mis pasos que son los suyos, para conocernos y
alegrarnos de estas oportunidades que la providencia aun nos tiene.
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